Con Guillermo el Conquistador (1027-1087), duque de Normandía, Inglaterra se vio gobernada por un rey inteligente y emprendedor, que orientó el país hacia su futura prosperidad. Impidió que los nobles debilitasen el poder real.
A este noble y belicoso príncipe, hijo bastardo de Roberto, llamado “el Diablo”, duque de Normandía, su primo Eduardo el Confesor le había prometido la sucesión de la corona inglesa, contra las pretensiones de Haroldo de Wessex. Después de consolidar su autoridad en el ducado de Normandía, emprendió la ardua empresa de ocupar el trono inglés, luchando contra la rebeldía de los nobles, principalmente Heroldo, a quien derrotó y dio muerte en la batalla de Hastings (1066). Los señores feudales y los reyes de Escocia no se aquietaron fácilmente; pero Guillermo fue imponiendo poco a poco su autoridad real y mantuvo finalmente una paz estable. Siendo rey de Inglaterra, Guillermo no había abandonado el ducado de Normandía, que una vez más exigió su presencia por causa de los nobles, y así, este rey inglés murió en la francesa ciudad de Ruán de resultas de una caída de caballo.
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