Zenón, filósofo de la antigua Grecia, enseñó a la juventud a comportarse valerosamente ante el sufrimiento y el dolor, despreciando los placeres pasajeros. Los filósofos estoicos hacían gala de una gran fuerza de voluntad.
Los discípulos y amigos de Zenón de Citio (336-264 a. de C.) se llamaron estoicos porque el maestro los reunía en un pórtico de columnas, llamado en griego estoa. Fue muy notable la influencia que ejerció entre los jóvenes estudiantes de aquella época, muchos de los cuales se entregaban a una vida de pasatiempo y placeres. Zenón enseñaba que el espíritu, con la fuerza de voluntad, puede dominar los instintos y apetitos del cuerpo. Inculcaba además un decidido amor a la naturaleza y a vivir conforme a sus leyes. El estoicismo influyó no sólo en la sociedad griega de los tiempos de Zenón, sino también en muchos filósofos y pensadores posteriores, que lo acogieron como el mejor sistema moral para cimentar una sociedad sana y emprendedora. Los romanos Séneca y Epicteto, así como el emperador filósofo Marco Aurelio, se distinguieron por sus ideas estoicas.