Carlomagno, emperador

Carlomagno, rey de los francos, reunió bajo su cetro casi toda la Europa occidental, fundando el Sacro Romano Imperio, que el Papa León II consagró al coronar al noble guerrero con la famosa “corona de hierro”, la noche de Navidad del año 800.

Con Carlomagno (742-814) el mundo cristiano adquiere una figura de la talla de los grandes conquistadores de la antigüedad. Emprendió campañas en Italia contra los lombardos, en España contra los musulmanes, arrebatándoles Barcelona, en 801, y contra los sajones en la parte de Alemania comprendida entre el Elba y el Rin. Luchó además contra diversos pueblos bárbaros, limítrofes de sus fronteras. Durante su reinado, de 43 años, conoció apenas el descanso. Dictó leyes, creó instituciones, se rodeó de los hombres más sabios y eruditos de su tiempo, con los que erigió centros de enseñanza; distribuyó su vasto imperio en condados y marcas, controlados por sus “mensajeros reales”. Fomentó la agricultura, industria y comercio, echando los cimientos de las futuras nacionalidades del medioevo europeo. Corpulento y de bella figura, amante de la equitación y de los ejercicios físicos, fue admirado por el pueblo y enaltecido por la leyenda.