El tendón de Aquiles

Homero canta en la Ilíada las hazañas del incomparable guerrero Aquiles, que se distinguió en la guerra de Troya, acaudillando una milicia, transportada en cincuenta naves griegas.

Tetis, ninfa del mar, bañó en el río Estigio a su hijo Aquiles, sujetándolo por el tendón, única parte que no tocó el agua que poseía la virtud de convertir en invulnerable un cuerpo humano. El noble guerrero condujo a los mirmidones, pueblo de la Teslia meridional, a la guerra de Troya. Disgustado con el rey Agamenón, se retiró del combate hasta que la muerte de su amigo Patrocio, atravesado por la lanza de Héctor, le decidió continuar la pelea con el fin de tomar venganza de su mejor compañero de armas. Mató a Héctor y arrastró el cadáver de su carro; pero lo entregó luego a los troyanos, movido de compasión, para que le rindieran honores. En este momento recibió una flecha del airado Paris que, por instigación de los dioses, fue a clavarse en su única parte vulnerable, en su talón, y de resultas de cuya herida murió. De esta fábula nació la expresión el “tendón (o talón) de Aquiles” para designar el punto flaco  y vulnerable de alguien.

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